La cultura popular nos ha hecho creer durante muchísimos años que todos los gatos que tienen 3 colores son hembras, pero ¿cuánto hay de cierto en esa afirmación?
Para empezar debemos saber que solamente existen tres colores básicos en los gatos ya que el resto son el resultado de degradaciones o combinaciones de los principales colores. Esos tres colores son el blanco, el negro y el anaranjado y pueden presentarse de varias maneras:
– Entremezclados: conocidas como gatas carey (El color blanco no predomina)
– Con las manchas bien diferenciadas: conocidas como calicó (color predominante blanco)
– Patrón atigrado: Con las tres coloraciones bien marcadas.
La aparición de estos colores se debe a la genética. Como el resto de los mamíferos, los gatos cuentan con dos cromosomas sexuales: El cromosoma X y el cromosoma Y. La madre solamente puede aportar el cromosoma X mientras que el padre puede aportar los cromosomas X o Y, por lo tanto es el padre quien va a jugar un papel definitivo en el sexo de los bebés, creando hembras XX o machos XY.
Los colores naranja y negro solamente se transmiten a través de los cromosomas X, por lo que un macho (que solamente tiene un cromosoma X) sólo presentará en su pelaje uno de estos dos colores. A estos colores hay que sumarle el color blanco, que no va ligado a los cromosomas sexuales y puede hacerse visible junto con los otros colores o no.
Por lo tanto, en la gran mayoría de las ocasiones cuando se dan las combinaciones de los tres colores juntos, suele tratarse de gatas, pero a veces la naturaleza es caprichosa y decide que nazcan gatitos machos de tres colores. ¿Qué pasa en estos casos? Pues este tipo de gatos tienen una anomalía genética y es que poseen tres cromosomas sexuales, XXY, son diagnosticados con lo que se conoce como Síndrome de Klinefelter y son estériles.
Se estima que solamente nace 1 gatito macho tricolor por cada 3000 gatitas tricolor, así que lo más común es que si os cruzáis con un gatito con 3 colores, se trate de una linda gatita
