Gatos Negros

A pesar de que durante cientos de años encontrarse con un gato negro era considerado un mal presagio, esto no siempre fue así. De hecho, en el antiguo Egipto, los gatos negros eran considerados enviados de los dioses y gozaban de una protección y un trato privilegiado. En otras zonas, como Escocia o Irlanda, antiguamente, que un gato negro se parara enfrente de tu casa auguraba prosperidad.

Pero en la Edad Media, en Europa, vuelve la creencia Celta de que los gatos negros  están directamente relacionados con las brujas. En aquella época los gatos negros empezaron  a vincularse con el misterio, lo oculto, lo demoniaco y la histeria en contra de los gatos negros y la hechicería creció de tal manera que cualquier mujer que conviviera con un gato negro, iría directamente a la hoguera.

Esta mezcla entre odio y miedo, aunque iba dirigido principalmente hacia los gatos negros, afectó al resto de gatos de otras tonalidades y también a otros animales de color negro.

Pero concretamente, el odio hacia el gato negro se hizo realidad cuando en 1560, el Linconshire un padre y su hijo, paseaban en una noche sin luna, se cruzaron con un gato negro. Padre e hijo empezaron a tirarle piedras hasta que el pobre animal, herido, entró en la casa de una mujer sospechosa de ser bruja. 

Horas después, padre e hijo vieron a la mujer y se dieron cuenta de que la mujer cojeaba y tenía hematomas, con lo que, no podía ser una coincidencia. Desde ese mismo día, dieron por cierta la idea de que por la noche las brujas se convierten en gatos negros para poder deambular por las calles sin levantar sospechas.

La asociación del gato negro con “lo maldito” perduró en la memoria colectiva durante cientos de años, incluso a día de hoy todavía hay personas que sienten animadversión hacia estas pequeñas panteritas. Tal es así, que por normal general, de una camada de gatitos los últimos en ser adoptados son los gatos negros.

Suponemos que el sigilo, la agilidad, la astucia de los gatos en general y la capacidad para hacerse invisibles de los gatos negros, hizo que los crédulos se convencieran de que eran seres demoníacos. 

Y si a mí me preguntaran los supersticiosos qué pienso sobre los gatos negros, les diría que no van desencaminados: son pura magia.

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